Reprodueixo l'article aparegut a La Vanguardia (09/11/2017) i signat per Mayte Rius on es reflexiona sobre el mal ús dels mòbils i aparells tecnològics en general adreçats als nens:
Las pantallas forman
parte del día a día de los niños, a cualquier edad, incluso mientras son
bebés. Los padres dejan a sus hijos los móviles cada vez a más
temprana edad y ya lo usan la mitad de las criaturas de entre uno y dos años,
sobre todo para ver vídeos de dibujos o canciones infantiles. Así se
recoge en el estudio sobre Tendencias de juguetes y juego en familia en
España que ayer presentó el Instituto Tecnológico del Producto Infantil
y de Ocio (AIJU), que también señala que más del 50% de los niños de entre
1 y 12 años pasa al menos cuatro horas semanales frente al televisor y un 32%
dedica entre una y dos horas más a entretenerse con la tableta, si bien el
tiempo dedicado a este dispositivo se dispara por encima de las cuatro horas a
partir de los 11 años.
Esa exposición a las
pantallas preocupa a las familias –el 77% de las encuestadas para el estudio de
AIJU dice que le preocupa “mucho” o “muchísimo”, aunque son esos mismos padres
y madres los que dejan los dispositivos a los menores– y está afectando al
tiempo que los niños dedican a otras actividades, como a jugar con juguetes. El
juego convencional todavía es la actividad principal de las criaturas hasta los
tres años, pero va quedando relegado a medida que los niños crecen hasta
hacerse casi testimonial a partir de los ocho años. Según los datos recogidos
en la Guía AIJU 2017-18, a esa edad sólo tres de cada diez niños pasan más de
cuatro horas semanales jugando con juguetes. A los 11, ya son dos de cada diez,
y a los 12, sólo 9 de cada cien.
El teléfono, siempre a
mano, atrapa a los niños y reduce su actividad; así no molestan
“El rango de edad en que
los niños se interesan por muñecos y juegos tradicionales sigue a la baja,
aunque los fabricantes están introduciendo juegos de mesa y juguetes que
combinan elementos tecnológicos con otros reales para captar a niños de edades
superiores y para dar respuesta al interés de los padres por contar con
instrumentos que les permitan participar del juego con sus hijos y pasar un
tiempo divertido para ambos”, explica Maria Costa, directora del departamento
de investigación de la infancia de AIJU. Y subraya que, más que por la
incidencia que pueda en tener en el uso de juguetes, la introducción de los
niños en el mundo de los móviles a muy temprana edad “preocupa porque dejan de
hacer otras cosas, se convierten en más sedentarios y en poco curiosos para descubrir
propuestas que vayan más allá de la interacción visual y táctil, que es la que
proporcionan las pantallas”.
Imma Marín, pedagoga
especializada en juego y directora de la consultora Marinva, explica que el
móvil es muy atractivo para los niños, les atrapa y reduce su actividad, y eso
lo hace muy tentador para la familia cuando quiere que el niño esté quieto y no
moleste, porque se lleva siempre en el bolsillo, ni siquiera hay que acordarse
de prepararlo como los juguetes, y es un recurso fantástico para entretenerle.
“Pero los bebés de uno y dos años necesitan moverse, tocar, llevarse las cosas
a la boca para experimentar, porque su aprendizaje es sensorial, y si les das
el móvil para que se entretengan no hacen todas esas cosas, solo fijan la vista
y mueven el dedo”, indica Marín. Y añade que si la pantalla se convierte en un
recurso habitual para calmar al bebé o al niño cuando llora también puede
acabar acarreando problemas de desarrollo emocional, porque no aprenderá a
diferir el deseo.
El aprendizaje a edades
tempranas es sensorial, han de moverse y experimentar
Hace tiempo que
pediatras de todo el mundo vienen alertando de que el uso de teléfonos
inteligentes y tabletas por parte de bebés provoca falta de interacción y merma
el desarrollo saludable de sus sentidos. En el 2013 la Asociación Japonesa de
Pediatría ya lanzó una campaña con el lema “No permitas que los smartphones
sean una niñera de tus hijos” .
“En las consultas vemos
como la costumbre de entretener al niño con una pantalla mientras desayuna, va
en coche o está en la sala de espera comienza a dar problemas a edades cada vez
más tempranas; vemos problemas visuales, de fatiga ocular y de dolor de espalda
en críos muy pequeños, y dificultades para conciliar el sueño y para
concentrarse en la escuela; y estrés y pataletas –incluso entre los bebés–
cuando entran en la consulta y los padres les quitan el móvil”, afirma José
Murcia, miembro de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
(Aepap). Agrega que también observan que los niños se aíslan en las pantallas y
pierden interés en las relaciones sociales.
Hay prisa en hacer
mayores a los niños y su jornada diaria no deja tiempo para jugar
Aunque no hay muchos
estudios exhaustivos sobre el impacto de las pantallas en el desarrollo
infantil, desde el ámbito de la neuropsicología hay voces que advierten que hay
razones biológicas y psicológicas para argumentar que los niños pequeños no
deben interactuar con los dispositivos tecnológicos porque condicionarán el
funcionamiento de su cerebro y sus conductas a largo plazo. Una de ellas es el
neuropsicólogo y psicoterapeuta Álvaro Bilbao, que –como puede leerse en el
artículo de la derecha–, desaconseja que los niños jueguen con pantallas antes
de los seis años por el impacto que ello puede tener en su posterior capacidad
de atención y aprendizaje.
En cuanto al impacto que
las pantallas tienen en el juego infantil tradicional, Imma Marín apunta que es
cierto que el tiempo dedicado a jugar con juguetes se reduce porque los niños
aspiran a jugar en pantallas “como los mayores”, pero asegura que hay otros
aspectos que también están restando momentos de juego.
“Se reducen los años en
que los niños se interesan por los juguetes porque la infancia se está
reduciendo, porque tenemos prisa en hacer crecer a los niños, y eso se ve hasta
en la forma en que los vestimos; pero es que, además, sea para poder conciliar
horarios o por querer unos hijos muy preparados para el futuro, los niños de
hoy, entre escuela y extraescolares, tienen una jornada de ocho o diez horas,
así que no les queda tiempo para jugar”, relata la pedagoga.
¿Interés por entrenar el
cerebro o pose?
Los juguetes que mayor
interés suscitan entre las familias son los que promueven el desarrollo
cognitivo y entrenan el cerebro. En el estudio sobre tendencias de AIJU los
prioriza el 94% de los progenitores. También se privilegian los juguetes body
and mind, los que fomentan la relajación y el equilibrio físico y mental.
Otros muy bien valorados son los que contribuyen a romper estereotipos de
género y a acercar a las niñas a la ciencia, la tecnología o el deporte. “Son
tendencias al alza, pero no hay que olvidar que ante preguntas cerradas las
personas tendemos a dar una respuesta socialmente correcta”, matiza Costa.
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